En torno a Jaime Saenz: en torno a la obra misma, a sus lecturas y a su “leyenda”. En torno a Saenz, quiere decir: dando vueltas, siguiendo un curso o discurso abiertamente circular, participando tal vez de refilón del vertiginoso giro que anuncia Las Tinieblas, entrando poco a poco en órbita; en órbita Saenz, esto es, en una cierta “exorbitancia” o salida de madre o, quién sabe, de padre — experiencia en más de un sentido limítrofe a la que Jaime Saenz era tan afecto no sólo en su vida cotidiana sino a la cual sus textos (nos) reenvían una y otra vez, vía señas al júbilo, a la vida de júbilo que, en tanto riesgo inherente al hacer una obra, es también júbilo aniquilador, tal el fuego inaugural que a la vez devora e ilumina, tal el cuchillo de doble filo de Bruckner, tal el pharmakon platónico catado por Derrida: veneno y/o remedio, filtro, droga y/o medicina.
[Solapa izquierda, A. A.]