En el caserío de K’ulta (pronúnciese la ka cortante, tal el filo de una guillotina cercenando amorosa la entalladura de la lengua) la diferencia entre leer y escribir, y entre escritura y oralidad, e, incluso, entre un libro y una aparentemente sórdida curadera, sin desaparecer del todo, vuélvese inestable y, por momentos, intratable. Es lo que da a entender, estirando no poco la cuerda, que no la guillotina, el antropólogo norteamericano Thomas Abercrombie, en un bello ensayo titulado “Caminos de la memoria en un cosmos colonizado; poética de la bebida y la conciencia histórica en K’ulta”, incluido en el libro Borrachera y Memoria, Thierry Saignes (comp.), hisbol/IFEA, La Paz, 1993. Libro, por lo demás, resueltamente inactual y tonificante.[…]
[Solapa izquierda]