La publicación de Mar Paraguayo nos arroja ante un acontecimiento. Los acontecimientos acostumbran a llegar en silencio, casi imperceptibles; sólo los más avisados los calan. Pero una vez que se instalan, que agarran hueco, es como si ese hueco les hubiese sido destinado desde siempre. Todo parece igual y, sin embargo, sutilmente, todo se habrá modificado. El acontecimiento provoca una alteración en los hábitos cotidianos y acaso, en nuestros ritmos cósmicos; una perturbación que tiene un no sé qué de irreversible, de definitivo.(Néstor Perlongher, prólogo, a partir de un texto en portugués; translucinación de A. A.)